viernes, 25 de abril de 2008

Vida

Algún día la vida lo recibirá con los abrazos abiertos y hablará su idioma. Dejará atras esa mierda de pre-vida. Le dará un hombro y le explicará, crisis tras crisis, los porqué. Verán juntos por la ventana lo que hay allá afuera. La felicidad de aquella rubia y el séquito que la espía. Verán las drogas en la esquina, en el verdor o en la sala de ensayos. Tomarán juntos de la misma copa. Escupirán al mismo desgraciado y maldecirán el ego de la misma pelirroja. Irán a la fiesta que siempre quisieron ir con la ropa que nunca se atrevieron a poner. La vida se dará por fin cuenta lo que es vida. Gracias a él y sus miedos. Gracias a él y sus fracasos. Al desgraciado bañado en baba que no entiende razones. A las razones que no enienden a nadie. Ni siquiera se compran con el puto billete. Ni la labia de Mistral, ni la valentía de Prat ni la intelectualidad de Bello. Mierda simbólica que la vida comienza a despreciar. Es su propio destino. La vida se financia con las poesias de Mistral y ella lo comienza a entender. Será el primer acercamiento con la muerte. Ya no quiere seguir siendo lo que es.