viernes, 30 de noviembre de 2007

Disimular

-Yo estoy bien, mucho más tranquilo, ¿y tú?

-Yo mucho mejor



Sus vidas siguen siendo un un desastre

jueves, 29 de noviembre de 2007

Trueque

Frío por calor. Otoño por verano. Santiago por playa. El trueque no era conveniente, pero había que aceptarlo. Sentía que me estaban metiendo la mano en el bolsillo, pero ya nada se podía hacer. Tres meses atrás el cambio lo había hecho yo. Ahora no podía reclamar. Acepté, no quedaba otra. Se lo llevó todo. Las caminatas, las puestas de sol y a ella. Sí, también a ella. No estaba en el primer trato, pero se incluyó en el segundo. No me dejó absolutamente nada. Sólo recuerdos. Le pedí que los llevara, pero no quiso. Ni él podía con ellos.

Nunca

Cuántas veces caminé pausado, sabiendo que iba una hora tarde, pero convencido de que iba a estar ahí. Sentada en su cama, esperándome, armando un collar con las piezas que había comprado en algún local chino que invadía mi Santiago. Ella también invadía mi ciudad, me invadía a mí. Con su pelo que cambiaba tal como cambiaba lo que yo sentía. La cartas nunca las escribí, las flores nunca las mandé. Su música sólo la acepté cuando ya no podía escucharla a ella. Era lo que quedaba, eran meses compilados en grupos anglos con nombres raros que inspiraban mi música. Era el italiano que canta en español, era la música de un power point, era su vida delante de la mía, por un tiempo, nuestra vida. Nunca cantamos juntos, ni siquiera lo intentamos. Nunca intenté nada. Me quedé. Sabía quen iba a estar sentada en su cama armando algún collar casero.

martes, 27 de noviembre de 2007

¿Ves?, no eres la primera

No eres la primera que me lo dice. Tampoco serás la última. Hubiera querido que fueras la última pero siempre supe que no sería así. La próxima lo volverá a decir. Para allá llevaré la conversación.

La primera, siempre.

Sus ojos son los inconfundibles. Su voz sólo la identifico yo.
-¿Alo?
-Alo, Nano
-Sí, con él
-¿Sabes con quién hablas?
-Uuh, eres tú, hace tres años que no hablamos
-¿Me llamas a la casa?


Hablamos dos horas. Siempre se vuelve o se intenta volver. Será la primera, siempre.

La primera vez

Cinco meses duró. Acepté la invitación con la ingenuidad que había pérdido hacía ya varios años. Terminé el trabajo, me vestí con lo primero que saqué del closet, corrí al metro. Todo rápido, todo apurado.
¡Tómate tu tiempo, Nano!, decía mi madre.