jueves, 29 de noviembre de 2007

Trueque

Frío por calor. Otoño por verano. Santiago por playa. El trueque no era conveniente, pero había que aceptarlo. Sentía que me estaban metiendo la mano en el bolsillo, pero ya nada se podía hacer. Tres meses atrás el cambio lo había hecho yo. Ahora no podía reclamar. Acepté, no quedaba otra. Se lo llevó todo. Las caminatas, las puestas de sol y a ella. Sí, también a ella. No estaba en el primer trato, pero se incluyó en el segundo. No me dejó absolutamente nada. Sólo recuerdos. Le pedí que los llevara, pero no quiso. Ni él podía con ellos.

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